lunes, 26 de diciembre de 2011

El hombre perfecto (II)

Desde el umbral de la puerta se aseguró de que seguía durmiendo. Gracias a los primeros rayos de sol que se colaban por la ventana pudo ver su rostro enmarcado por mechones negros. Un par de minutos fueron suficientes para cerciorarse de que seguía inmerso en sus sueños. Cerró la puerta con cuidado de no hacer ruido y se dirigió al baño. Después de una reconfortante ducha notó sus energías renovadas y se vio listo para afrontar el día.
Empleó quince minutos en preparar un nutritivo desayuno para dos. Leche y cafe, tostadas con mantequilla o mermelada y zumo de naranja natural, colado para él y con pulpa para su "bello durmiente". Pero faltaba su acompañante así que regresó a la habitación y entró sigilosamente. Se sentó en la cama y lo besó en la frente con un "Buenos días cariño". En respuesta recibió un par de gemidos y un veloz movimiento gatuno con el que se escondió bajo las sábanas. En su segundo intento por despertarlo se acercó a la ventana y la abrió, dejando entrar la brisa matutina, un aire frío característico de esa estación del año. Respiró hondo varias veces llenando sus pulmones y cuando la nariz comenzó a enrojecérsele se giró y lo descubrió observándolo a través de un hueco bajo las sábanas. "Bueno, supongo que tendré que comérmelo todo yo solo", dijo fingiendo no haberlo visto y dirigiéndose a la puerta. Salió corriendo de su escondite y lo alcanzó en la mitad del pasillo, donde lo agarró de la mano durante el trecho que quedaba hasta llegar a la cocina.
Desayunaron juntos, uno viendo la televisión y el otro haciendo el crucigrama de un periódico viejo. De vez en cuando se miraban y sonreían cómplices, pero no hablaban. No importaba, pues tendrían todo el día para hablar, lo importante era poder disfrutar de un día entero para ellos.
Terminaron de desayunar y tras anunciar que pasarían el día fuera de casa, ambos fueron a prepararse. El madrugador incluso tuvo tiempo de recoger lo ensuciado en el desayuno y ya esperaba en la puerta de salida cuando el holgazán llegó al recibidor. "¡Pero que guapo estás, Bruno!", le dijo mientras le ofrecía el abrigo y las manoplas. Se sonrojó y una sonrisa rápida se perfiló en sus labios, a la que siguió una cara seria y orgullosa que trataba de ocultar su vergüenza. "Tú también estás muy guapo, papá", respondió allí plantado mientras se ponía sus pequeñas manoplas. Entonces él se sonrojó, sonrió y lo ocultó tras un semblante serio.

4 comentarios:

  1. qué gran entrada!!! pero existe el hombre perfecto??? :)
    un abrazo! y felices fiestas!!!!!!!!!!

    ResponderEliminar
  2. Ummm...para mi estaría entre Gary Cooper,Jeremy
    Irons y Jon Hamm, es que tengo tan mal gusto.

    FELICES FIESTAS.

    ResponderEliminar
  3. Jajajaja... en respuesta a tu post en mi blog... me temo que el clima de aquel verano fue tan poco agradable que se aburrieron mucho, tuvieron tiempo para todo ;) aunque tu teoría debe ser tenida en cuenta, voy a estudiarla :)
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Te recomiendo Charada a la de YA!!! :)
    me ha encantado tú frase de Hannibal :)
    Tomo nota!
    Un besazoooo!

    ResponderEliminar